Las mujeres de Marina Cué son un ejemplo de resistencia. Gracias a su labor de incidencia consiguieron la liberación de sus compañeros condenados por la masacre de Curuguaty. Gestionaron la construcción de una escuela multigrado y de un camino, desarrollaron el huerto comunitario y otras actividades productivas en el asentamiento de Marina Cué.
Seis años atrás la vida comunitaria de las familias asentadas en Marina Cué —un terreno ubicado en la ciudad de Curuguaty, Paraguay— cambió drásticamente. Un violento desalojo policial culminó con la muerte de 17 personas, 11 labriegos y seis agentes. Este hecho se conoce desde entonces como la masacre de Curuguaty. Por este caso fueron enjuiciados y condenados 11 campesinos y campesinas con diferentes penas, algunas de hasta 30 años. Provocó además el juicio político que concluyó con la destitución del expresidente paraguayo Fernando Lugo.
Tras el hecho violento nació la agrupación “Mujeres de la Comisión de Víctimas de la Masacre de Curuguaty”, desde donde las comunitarias han tenido que luchar no solo por la libertad de los campesinos enjuiciados y campesinas enjuiciadas por las muertes de los policías, sino también por la sobrevivencia económica y por el desarrollo de su comunidad, dentro de su objetivo prioritario, las tierras de Marina Cué para los campesinos y campesinas de la zona.
Todos los campesinos y campesinas fueron absueltos en julio de este año gracias a las estrategias de cabildeo y las gestiones de la Comisión. Hasta hoy, sin embargo, nadie ha sido juzgado por la muerte de los 11 labriegos.
LA CARPA DE LA RESISTENCIA, UN MÉTODO DE LUCHA
Durante dos años, entre 2016 y 2018, las integrantes de la Comisión y sus familiares permanecieron en una carpa frente al Palacio de Justicia, en Asunción, presionando por la absolución de los condenados por la masacre. Iniciaron con esta forma de protesta cuando condenaron a los campesinos como autores de la masacre.
“La instalación de la carpa fue una medida pacífica de resistencia por parte de familiares de los presos y presas de la masacre de Curuguaty. La misma, fue instalada justo frente al Poder Judicial, para dar cuenta de un mensaje concreto y un recordatorio diario a los operadores de justicia de la injusta condena que habían recibido los campesinos y campesinas. Fue también un pedido de auxilio a la sociedad paraguaya y una denuncia al mundo entero sobre la criminalización de la que fueran víctimas sus familiares, quienes tuvieron la valentía de levantar su voz”, expresó Raquel Aveiro, Coordinadora en Paraguay del Fondo de Mujeres del Sur (FMS), organización que ha apoyado con asesoría técnica y financiera a las mujeres de Marina Cué.
La denominada “Carpa de la resistencia” fue levantada el 28 de julio de 2018, cuando la Sala Penal de la Corte Suprema de Justicia absolvió a los sindicados alegando deficiencias en el proceso investigativo.
“Aquí resistimos las madres y los familiares de los mártires y condenados en Marina Kue. Exigiendo justicia, libertad y tierra”, dice un cartel ubicado en el sitio donde estuvo ubicada la carpa, informaron los medios de comunicación paraguayos.
La comunitaria Josefa Acosta asegura que la Comisión “se fortaleció más cuando empezamos a hacer la Carpa de la Resistencia porque ahí nos conformábamos hombres y mujeres, pero más mujeres: madres o esposas de las víctimas”.
Cinco de los labriegos que habían sido condenados permanecieron presos en la prisión de Tacumbú, en Asunción, hasta julio de 2018, cuando fueron absueltos. En el año 2012, los presos y presas iniciaron una huelga de hambre que se mantuvo por 58 días.
“La instalación de la carpa fue un gesto simbólico y político de resistencia contra el autoritarismo, la criminalización campesina, la injusticia y por la visibilidad de la acuciante disputa de la tierra en Paraguay. La Carpa de la Resistencia permitió a los campesinos y campesinas mantener un espacio de visibilidad de sus reclamos cuando muchas veces el silencio era la respuesta de los medios tradicionales de comunicación en el Paraguay”, opina Raquel Aveiro.
¿CÓMO SURGE LA COMISIÓN?
La Comisión se originó con el propósito de hacer varias demandas al estado de Paraguay: libertad para las mujeres y los hombres apresados y judicializados por la muerte de los policías; castigo a los culpables por la muerte de los campesinos; indemnización para las víctimas; y acceso a las tierras de Marina Cué para los y las campesinas.
“Tuvimos la suerte de poder organizarnos bien”, reflexiona Martina Paredes, una de las integrantes de la Comisión. “Ahora producimos hortalizas, verduras, maíz, porotos”, detalla refiriéndose a las actividades que realizan sobre todo las mujeres gracias a diversos financiamientos y capacitaciones.
“Progresamos muchísimo. Cuando fue la masacre no teníamos nada y ahora miramos y no podemos creer todo lo que hay. Tampoco teníamos una organización, no teníamos nada, pero gracias a todo el apoyo que hemos recibido pudimos salir y resistir”, asegura Martina.
Josefa Acosta, otra de las integrantes de la Comisión, coincide en esto último: “Con resistencia hemos luchado no solo por la libertad de los detenidos, sino para buscar una vida digna para nuestros hijos”.
LA ORGANIZACIÓN LAS EMPODERA
“Es increíble lo que las mujeres pueden hacer al organizarse”, dice Raquel Aveiro, coordinadora en Paraguay del Fondo de Mujeres del Sur (FMS), al analizar los logros de las mujeres agrupadas en la Comisión.
El Fondo de Mujeres del Sur es una de las tres organizaciones que ha apoyado a la Comisión a través de su Programa Fortaleciendo a las Defensoras Ambientales, con el financiamiento de la Global Alliance for Green and Gender Action (GAGGA). El Fondo de Acción Urgente – América Latina y el Caribe también ha apoyado la Comisión.
“Comenzamos a trabajar con ellas para fortalecer su organización y que pudieran desarrollar técnicas para su sostenibilidad. Por ejemplo, para presentar proyectos y acceder a otros fondos y organizaciones. Para ayudarlas a buscar financiación para las necesidades que iban identificando sobre el paso”, explica Aveiro.
“Es una maravilla lo que han hecho. En la Comisión son 45 mujeres, fueron ellas quienes asumieron la organización y la gestión de los recursos comunitarios, en defensa de la tierra y la soberanía alimentaria, además de sostener la lucha por la justicia en los casos de encarcelamiento arbitrario a raíz de la Masacre”, agrega Aveiro.
“Para nosotras es súper satisfactorio lo que pudimos lograr en Curuguaty”, valora.
HERRAMIENTAS PARA LOGRAR SOSTENIBILIDAD LOCAL
A traves del apoyo de diferentes organizaciones, en Marina Cué cultivan los alimentos que consumen y el excedente lo venden en ferias. Adicionalmente, gracias a las gestiones de la Comisión tienen la primera escuela plurigrado en Marina Cué y con apoyo del FMS fue abierto un taller de costura. El estatal Servicio Nacional de Formación Laboral contribuyó con capacitaciones para el uso de las máquinas de coser que fueron donadas.
MUJERES LUCHANDO POR SUS DERECHOS
El empoderamiento de las mujeres a nivel organizativo en el caso de Curuguaty “ha sido impresionante”, considera Raquel Aveiro, de FMS. “Han logrado apoyo de otras organizaciones de la sociedad civil, entre ellas de Amnistía Internacional.
“Aquí en Paraguay hay mucho liderazgo masculino y es difícil posicionarse y empoderarse. Manejar los recursos es muy importante para ellas y eso también las posiciona”, dice Aveiro.
En ese sentido apunta que aunque la Comisión no tiene una personería jurídica, ellas han logrado “tener voz y eso es muy importante porque son las mujeres ahora las que están incluidas a nivel comunitario”.
Aveiro recuerda que todo el caso de la masacre de Curuguaty fue presentado ante la Organización de Naciones Unidas.
Agrega, sin embargo, que la Comisión todavía “tiene que trabajar en fortalecer el desarrollo organizacional y de recursos para seguir con los logros y afianzarlos”, pero aún así “es un claro ejemplo de que sí se puede, de que cuando las mujeres se juntan, logran aprovechar las oportunidades, es un claro ejemplo para otras organizaciones de mujeres”.
“Nosotros pudimos incidir gracias al Fondo de Mujeres del Sur y tuvimos compañeras de otras organizaciones apoyándonos. Tenemos una escuela, una capilla y caminos, hacemos trabajo comunitario. Tenemos un almacén de consumo que es de la asociación de mujeres. Tuvimos la suerte de poder organizarnos bien”, insiste Martina Paredes.
Raquel Aveiro considera que se debería continuar “apoyando el fortalecimiento de la Comisión de Mujeres en los diferentes ámbitos” debido a que “la comunidad aunque sueña con ser una comunidad modelo todavía tiene mucho camino que recorrer para el logro de sus objetivos”.
En la actualidad las mujeres que tenían prisión domiciliaria que fueron liberadas se han ido insertando en el asentamiento de Marina Cué y los hombres que estaban presos realizaron actividades de recaudación para poder construir casas precarias e instalarse en el asentamiento.
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