Aspectos destacados de la historia:
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Cuando la salvadoreña Olga Serrano era niña, los agricultores podían contar cada año con lluvias estacionales desde mayo hasta septiembre, pero en los últimos años, las repentinas e intensas lluvias fuera de la temporada de los monzones y la sequía prolongada han devastado los cultivos de maíz y frijoles, dejando a los agricultores, especialmente a las mujeres, luchando por poner comida en la mesa.
Esta es una experiencia con la que las mujeres de la Asociación de Lisiados de Guerra de El Salvador (ALGES) están muy familiarizadas. Olga Serrano, directora ejecutiva de ALGES, dijo que esto provoca un ciclo de pérdidas. Los agricultores que pierden su cosecha necesitan pedir dinero prestado para poder sembrar nuevamente, pero luego pierden sus cultivos el año siguiente debido al clima, que cada vez es más extremo. Esto ha contribuido a que un gran número de migrantes, principalmente hombres, abandonen el país, lo que ha aumentado las responsabilidades de las mujeres con respecto al sustento y el cuidado de la familia.
ALGES se creó para garantizar que los derechos de las personas con discapacidad a causa de la guerra se respeten en virtud de una ley que les garantice una compensación económica, servicios de salud y elementos para su rehabilitación física. Desde 2019, la organización líder de GAGGA, el Fondo Centroamericano de Mujeres, ha apoyado a ALGES para fortalecer sus esfuerzos de incidencia política, así como el liderazgo de las mujeres en las estructuras organizativas locales.
El corredor seco
Las mujeres de ALGES han atravesado muchas dificultades, por ejemplo, como combatientes en la Guerra Civil de El Salvador y como defensoras y manifestantes que luchan por los derechos que se les han negado, pero durante los últimos años han tenido que enfrentar un desafío diferente: el cambio climático y su impacto en sus comunidades.
El Corredor Seco, un tramo de bosque seco tropical que se extiende desde México hasta Panamá, es una de las regiones del mundo más vulnerables a los desastres causados por el cambio climático. Esta zona se caracteriza por patrones irregulares de lluvia, donde cinco años de inundaciones recurrentes son seguidos por una sequía que dura meses, lo que ha impactado laseguridad alimentaria de 2.2 millones de personas. El Corredor Seco cubre casi por completo El Salvador, que ya es considerado el país con mayor estrés hídrico de Centroamérica. Es en estas áreas propensas a la sequía donde ALGES ha estado apoyando a personas con discapacidad a causa de la guerra civil durante los últimos 23 años.
Para las mujeres de ALGES, organizarse es clave
Como parte de los acuerdos de paz que pusieron fin a la guerra de 12 años, el gobierno distribuyó tierras a los y las excombatientes. A pesar de esto, el 92 por ciento de los y las veteranas salvadoreñas con discapacidades, quienes viven en zonas rurales, tienen condiciones de vida deficientes y son en su mayoría vulnerables al clima extremo.
Los programas de reinserción destinados a reintegrar a los y las veteranas en la sociedad generalmente no tuvieron en cuenta las necesidades específicas de la niñez y las mujeres que combatieron durante la guerra, especialmente de las mujeres cabezas de familia. Estas mujeres sufrieron discriminación con respecto al acceso a la tierra y al crédito a nivel local y además reportaron enfrentar más problemas que los hombres para obtener asistencia para actividades productivas.
Al no poder sobrevivir con las pequeñas pensiones que reciben del gobierno y con perspectivas laborales limitadas, muchas mujeres excombatientes trabajan cultivando maíz y frijoles. Con el tiempo, debido a la pérdida de sus cultivos y medios de subsistencia a causa de los efectos del cambio climático, estas mujeres tuvieron que buscar alternativas para alimentar a sus familias y ganarse la vida.
“Con el tiempo descubrimos que las mujeres nos teníamos que organizar”, dijo Olga. “Las mujeres con discapacidad tienen necesidades diferentes y adicionales a las de otras mujeres. Tuvimos que aprender a sobrevivir creando otras fuentes de ingreso y así fue como empezamos a aprender cómo hacer las cosas de una manera distinta. Organizarse es el secreto de la supervivencia y es por eso que, cuando nos encontramos con dificultades, nos conectamos de inmediato”.
ALGES encuentra alternativas para enfrentar los impactos del cambio climático
Una de las soluciones de ALGES es capacitar a sus integrantes para construir huertos con pequeños sistemas de riego y producir fertilizantes orgánicos para producir alimentos tanto para el consumo doméstico como para la venta. En El Salvador, tradicionalmente se cree que la ciencia agrícola es asunto de hombres, pero en ALGES son las mujeres las que asisten a las capacitaciones.
Las mujeres de ALGES participaron en intercambios de conocimientos y experiencias con grupos de países vecinos para conocer cómo practican la agricultura orgánica. Dado que la preparación de fertilizantes requiere mucha fuerza física para palear materiales orgánicos, las mujeres también fueron capacitadas en el uso de maquinaria pesada, lo que les ahorra tiempo y energía y ha hecho posible la participación de más mujeres excombatientes con discapacidad.
En sus patios hay una gran variedad de tomates orgánicos, repollo, chile y pepinos, creciendo junto a arbolitos de mango y de aguacate. Las mujeres están tratando de adaptarse aprendiendo sobre cultivos resistentes al clima que pueden tolerar más estrés medioambiental, por ejemplo, lluvias excesivas o sequías. Si llueve en noviembre y diciembre, las mujeres se adaptan y plantan cultivos que requieren mucha agua y pueden madurar en poco tiempo.
“El hecho de que te falte una pierna, un brazo o seas ciega no significa que no puedas ser activa y contribuir”, dijo Olga. “No somos mendigas, somos personas con grandes habilidades y capacidad para contribuir al desarrollo de nuestro país y al bienestar de la población, particularmente de los más necesitados, y eso lo hemos demostrado. Somos mujeres con capacidades, con la capacidad de influir en las políticas nacionales y sólo podemos hacerlo si estamos organizadas”.
Recuperándose de la pandemia
ALGES también compró recientemente una finca para poder producir fertilizantes orgánicos a mayor escala y producir cultivos que requieren más tierra como café, cacao, plátanos y frutas cítricas. También hay un depósito de agua cuesta arriba que se utiliza para la piscicultura y el riego durante la estación seca.
Antes de la pandemia, ALGES planeaba utilizar la finca como un sitio de ecoturismo donde sus integrantes podrían servir como guías. Pero al igual que el resto del mundo, la asociación ha tenido que adaptarse. En lugar de capacitaciones en persona, han preparado documentos para distribuir a los y las líderes comunitarias con pautas sobre cómo cultivar productos orgánicos de manera efectiva.
Los efectos de la pandemia fueron agravados por la destrucción que dejaron dos tormentas en mayo y junio, en particular la tormenta tropical Amanda, que fue considerada el desastre climático más devastador de El Salvador en 22 años y afectó directamente a 150,000 personas. En este contexto, ALGES recibió una subvención del Fondo de Autonomía y Resiliencia de GAGGA*, la que permitió que sus integrantes mujeres recibieran capacitaciones, semillas y fertilizantes para plantar sus cultivos y conservar su soberanía alimentaria.
Olga dijo que los efectos del COVID-19 y el cambio climático han contribuido a mayores niveles de pobreza y desempleo entre las mujeres de ALGES, pero su historia y sus experiencias les dieron las herramientas para recuperarse con bastante rapidez.
“Nos hemos fortalecido a través del trabajo con nuestra organización”, dijo Olga. “No debemos caer en la desesperación. Trabajamos juntas, nos apoyamos unas a otras y lo seguiremos haciendo y seguiremos adelante porque, de lo contrario, la situación será muy difícil”.
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Puedes aprender más sobre el trabajo de ALGES en su sitio web, su página de Facebook y Twitter.
* El Fondo de Autonomía y Resiliencia de GAGGA fue creado para apoyar las necesidades urgentes de las defensoras ambientales y sus comunidades durante la pandemia—la idea era fortalecer acciones que construyan sistemas de resiliencia y autonomía impulsados por la comunidad. Se puso a disposición de los beneficiarios actuales y antiguos de fondos ambientales y de mujeres asociados con GAGGA, así como de las ONG apoyadas por GAGGA actualmente. El Fondo recibió solicitudes de forma continua hasta el 15 de julio de 2020.
La imagen presentada arriba es de ALGES.