_____________________________________________________
Cuando Taciana Gabriel —una agricultora de 51 años en las afueras de Malema Village en el noreste de Mozambique— comenzó a untar sus cultivos con una mezcla de eucalipto, pimientos piri-piri, tabaco y ajo, sus vecinos pensaron que se estaba volviendo loca. Antes de comenzar a aplicar estos ingredientes locales en sus cultivos, Taciana solía encontrar sus maníes, frijoles nhemba, mapira y mandioca destruidos por las plagas. Entonces se unió a una asociación de mujeres y aprendió cómo producir este repelente natural de plagas en una sesión con Livaningo, la primera organización de defensa ambiental legalmente registrada en Mozambique y una coparte de la Global Alliance for Green and Gender Action (GAGGA). Luego de ver que el repelente funcionaba, algunos de sus vecinos decidieron probarlo también ¡y fue un éxito!
Livaningo descubrió que en muchas comunidades rurales, las generaciones mayores no estaban transmitiendo sus conocimientos agrícolas ancestrales y tradicionales a la siguiente generación porque querían que sus hijas e hijos ascendieran en la escala social y no dependieran de los campos o del mar, una vida que veían llena de inseguridad y pobreza.
Sin embargo, a causa de una sequía prolongada, muchas de las comunidades están tratando de rescatar estas ancestrales prácticas. Livaningo las está apoyando, mediante talleres en donde las personas ancianas de las aldeas traigan semillas y granos nativos, reflexionen sobre lo que ellxs junto con sus madres y padres, hacían en el pasado e intercambien conocimientos con otras personas tanto dentro como fuera de su comunidad. Algunas de las prácticas que las comunidades están recuperando incluyen la creación de bancos de semillas, el secado de productos agrícolas para que duren más y la fabricación de pesticidas naturales, y fertilizantes orgánicos.
Con el apoyo de GAGGA, las capacitaciones de Livaningo sobre conservación de semillas y sobre la distribución de materiales para construir 20 bancos de semillas, están llevando a 400 mujeres y sus 1,500 familiares en el noreste de Mozambique, a adoptar dietas más nutritivas y aumentar su variedad de frijoles, maíz y otros cultivos.
La organización también está cabildeando al Ministerio de Agricultura de Mozambique para que reconozca la agroecología como una forma ecológica y rentable de producir alimentos, promueva la soberanía alimentaria a través de semillas nativas, desarrolle políticas estratégicas de cambio climático desde abajo y no desde arriba, y cree un departamento específicamente para los pequeños agricultores, de manera que puedan acceder a insumos, financiamiento y asistencia técnica.
“Las mujeres son las que tienen el conocimiento tradicional y ancestral, el conocimiento de qué semillas son buenas”, dice Sheila Rafi, la directora ejecutiva de Livaningo. “En lo que respecta al cambio climático, las mujeres son realmente agentes de cambio en mitigación y adaptación. Al trabajar con hombres y mujeres, reconocemos que las mujeres están muy comprometidas en contribuir a la acción climática en Mozambique y lideran el proceso de [acceder a y proteger] el agua, porque de generación en generación son ellas las que han tenido el trabajo pesado de caminar largas distancias y tener que viajar cada año más lejos. En la agricultura, son ellas las que tienen un papel importante en la seguridad alimentaria, las que implementan alternativas y responden a los desastres naturales”.
En la última década, el incremento de las temperaturas y la escasez de lluvia han afectado a las comunidades rurales de Mozambique, que constituyen la mayoría de la población del país y con frecuencia las han dejado con poco que cosechar. Estos impactos han dejado a muchas comunidades sin agua. Las mujeres de una comunidad en la aldea sureña de Nguvane reportan haber tenido que beber la misma agua turbia que su ganado después de viajar diez kilómetros todos los días por 40 litros de agua y, a veces, hasta cuatro veces al día.
Tras dos años de sequías consecutivas en algunas comunidades de Mozambique, la migración de hombres en busca de empleo a Sudáfrica y otros lugares ha aumentado, lo que ha ampliado considerablemente el papel de la mujer en el trabajo productivo, por ejemplo la pesca o la elaboración de bebidas alcohólicas. Esto aumenta la carga sobre las mujeres, quienes tienen que dedicar más tiempo al trabajo productivo, encima de las tareas domésticas tradicionales, sin tener control sobre los recursos naturales o derechos de propiedad.
Mozambique ocupa el décimo lugar entre los países más vulnerables a desastres naturales, entre ellos ciclones, sequías e inundaciones. En 2019, varios ciclones consecutivos de categoría 5 mataron a más de 600 personas, desplazaron a millones en la región y destruyeron casi 8,000 kilómetros cuadrados de tierras de cultivo semanas antes de la cosecha anual. Todo esto en un país donde tres de cada cuatro personas se ganan la vida a través de la agricultura de secano. En Mozambique, hay pruebas de que el aumento de las temperaturas está haciendo que los ciclones sean más fuertes y frecuentes.
Desde 2008, el país también ha experimentado un aumento de la inversión de empresas multinacionales de minería y gas, como Rio Tinto, Total y Vale, impulsada por el descubrimiento de vastos depósitos de carbón y gas natural. Las comunidades que vivían junto a las minas en la provincia de Tete fueron desplazadas y reasentadas, obligadas a mudarse a casas en ruinas, con goteras, sin agua ni electricidad, con campos estériles y sin perspectivas de trabajo.
Por su parte, los habitantes de las aldeas que quedan cerca de los proyectos de gas en Cabo Delgado también fueron reasentados. El presidente Filipe Nyusi ha dicho que su gobierno espera ganar más de US $ 100 mil millones gracias a los proyectos de gas natural, por lo que ha priorizado la extracción de combustibles fósiles y el desarrollo económico a expensas de los derechos humanos, la compensación adecuada y el consentimiento de las comunidades afectadas.
“En 2008, todo se volvió caótico por transformar nuestro país en un lugar para extraer todo lo que el mundo necesita”, dice Sheila Rafi. “Esto es un gran problema en Mozambique. Estamos buscando soluciones desde afuera sin consultar y escuchar alternativas comunitarias, y a las personas que tienen conocimientos tradicionales. Mira a Sudáfrica, al cruzar la frontera se puede ver [hectárea tras hectárea con los mismos cultivos]. Para [el gobierno], esto es desarrollo. Para nosotras, la misma imagen es una imposibilidad. ¿Dónde está la gente? ¿Dónde están las mujeres y la niñez en este panorama de maíz y frijoles?”
Para adaptarse a los impactos del cambio climático, las mujeres de las comunidades de Mozambique han adquirido, fortalecido e intercambiado una variedad de habilidades y conocimientos a través del apoyo y los talleres personalizados de Livaningo, por ejemplo, el uso de mejores cocinas para reducir el uso de energía de biomasa y la deforestación, los sistemas comunitarios de alerta climática, la restauración de áreas degradadas y la protección de los bosques nativos, la siembra de diferentes cultivos en una misma parcela, el uso de la tecnología local para hacer cauces de agua y el desarrollo de planes de acción en materia de gestión de riesgo de desastres. Las mujeres que participan en estos programas luego comparten estos conocimientos con otras personas en sus comunidades y difunden más allá de su aldea las prácticas resilientes al clima.
Sheila ha observado cómo muchas mujeres de las comunidades afectadas ahora se autoorganizan y son capaces de defender sus derechos al acceso y control de sus tierras, recursos y bosques. Ellas dialogan y participan en procesos a nivel distrital, hacen preguntas y defienden sus derechos según la constitución. Cuando Livaningo transfiere completamente los proyectos a las manos de las comunidades, algunas de las aldeas continúan monitoreando la explotación ambiental y mantienen sólidos procesos internos de participación.
Como poseedoras de los conocimientos ancestrales y las responsables del agua y los alimentos en sus comunidades, las mujeres rurales de Mozambique están desempeñando un papel activo y crítico en la acción climática local. Desde la resurrección de viejas prácticas agrícolas hasta la adopción de nuevas tecnologías energéticamente eficientes, las mujeres apoyadas por Livaningo están demostrando cómo encontrar e implementar soluciones climáticas desde adentro en un país que, a causa a la colonización, ha buscado apoyo externo durante mucho tiempo.
Crédito de la foto: Livaningo