Las mujeres adivasi, vecinas de las minas de Zawar en Rayastán, reclaman sus derechos


Lakshmi Devi, una mujer Bhil adivasi de la aldea de Kanpur en Rayastán, India, no ha podido cosechar ni un solo grano de los tres kilogramos de legumbres que sembró en su granja de dos acres este año. “Mira mi campo. Se ha secado por completo porque no hay agua en los pozos ni bombas manuales para regar mis cultivos. Si hubiera agua, habría obtenido un rendimiento decente de mis cosechas. Sin comida ni agua, ¿cómo vamos a sobrevivir?”

Kanpur está ubicada en la periferia de las minas de zinc Zawar, una operación minera subterránea propiedad de Vedanta-Hindustan Zinc Limited en el distrito de Udaipur de Rayastán y uno de los sitios de fundición de zinc más antiguos del mundo. Según las personas adivasi de las aldeas aledañas, las minas han disminuido el número de fuentes de agua y las han inhabilitado por completo para el uso de la comunidad. Las campesinas son las más afectadas por la contaminación de las minas, ya que la agricultura es su principal fuente de sustento.

Las minas Zawar están ubicadas en un área que pertenece a las tribus Bhils y Meena y fueron adquiridas en parte por el Grupo Vedanta durante la campaña de desinversión del gobierno de la India en 2002. En 2017, el Ministerio de Medio Ambiente y Bosques les otorgó una licencia ambiental para aumentar su capacidad de producción después de que Hindustan Zinc Limited presentara una Evaluación de Impacto Ambiental (EIA). Actualmente, la compañía está tratando de obtener otra autorización para una nueva expansión.

En los últimos 5 años, con la expansión de las minas, las violaciones ambientales han incrementado, lo que ha limitado el acceso de las comunidades adivasi a la tierra y otros recursos. Las mujeres adivasi de las aldeas que lindan con las minas Zawar se han movilizado para proteger sus recursos naturales y exigir que Vedanta-Hindustan Zinc Limited asuma la responsabilidad por los daños que han causado.

El Impacto de la minería en las mujeres adivasi que viven cerca de las minas Zawar

“Antes, cuando encendimos el motor, teníamos suficiente agua para llenar nuestros tanques. [Esa agua] la usábamos para riego y uso doméstico”, recordó Kanta Bai, una campesina de 42 años de la aldea de Kanpur. “Ahora, el [nivel del] agua no llega ni a los dedos con tanta minería subterránea. Lo que sí nos llega es agua que parece residual y daña nuestros cultivos. Nuestro trigo ya no crece”, dijo.

Los testimonios de las campesinas y habitantes de las aldeas próximas a las minas contradicen las afirmaciones hechas en la evaluación de impacto ambiental (EIA). Las comunidades no son consultadas durante las audiencias públicas y son excluidas de los procesos de toma de decisiones ambientales.

La reciente introducción del Anteproyecto de Ley EIA 2020, que busca debilitar los procesos de evaluaciones de impacto ambiental y las audiencias públicas, reducirá aún más los espacios utilizados por las mujeres afectadas por la minería para acceder a información y expresar sus preocupaciones.

En la EIA presentada al Ministerio de Medio Ambiente y Bosques en 2016, Hindustan Zinc Limited afirmó que el impacto ambiental de la expansión de las minas Zawar sería mínimo dado que son una operación subterránea. “No se produciría degradación alguna de la tierra ya que las operaciones mineras [serían] subterráneas”, decía la evaluación. Además, “la mayor parte del polvo producido por las detonaciones se asentará subterráneamente y su concentración se disminuirá hasta desaparecer al ventilar el aire”. Sin embargo, esto no tiene en cuenta la interconexión de los ecosistemas que se ven afectados cuando los procesos de excavación y detonaciones de la minería subterránea impactan el manto acuífero, el relieve del terreno y la calidad del suelo. Los procesos de minería subterránea han agotado y contaminado el agua de la superficie (arroyos naturales) y las fuentes de agua subterránea (que se extrae con bombas manuales, pozos perforados, tanques, etc.) Dado que la región es semiárida y con escasas precipitaciones, estas comunidades están enfrentando una grave crisis de agua.

La EIA tampoco valora la contaminación del agua y el aire causada por sus operaciones en la superficie, como la presa de residuos y la planta de energía térmica para autoconsumo, que se encuentran muy cerca de Kanpur y Nevatalai, las dos aldeas que son afectadas directamente por las minas Zawar. La presa de residuos es un terraplén que retiene los subproductos de las operaciones mineras después de la extracción—una mezcla de roca triturada y fluidos de procesamiento en este caso—y se encuentra en una colina justo al lado de la aldea de Kanpur. Durante la estación seca, las partículas más finas de la presa de residuos son transportadas por el viento y depositadas en los campos agrícolas, lo que aumenta la salinidad del suelo. A pesar de las objeciones de la comunidad, se ha propuesto una nueva presa junto a la existente.

“Cuando hacemos chai con esta agua, la leche se corta. Incluso el dal no se cocina bien”, dijo Janki Devi, una habitante de la aldea de Kanpur.

Después de recibir quejas de los habitantes, Vedanta gestionó camiones cisterna para abastecer Kanpur. Sin embargo, estos camiones aparecen de vez en cuando y han aumentado la carga de las mujeres a la hora de recolectar el agua. Este dotación limitada de agua ha significado que las mujeres tienen que racionar su consumo para cocinar, lavar, limpiar y alimentar al ganado.

La planta de energía térmica para autoconsumo en Nevatalai, que suministra electricidad a las minas Zawar, se estableció en 2016. Crédito de la foto: Centro de Recursos Dhaatri para los Derechos de las Mujeres y la Niñez.

Además, las cenizas volantes de la central eléctrica de carbón para autoconsumo de 80 MW establecida por Hindustan Zinc en el centro de Nevatalai ha dejado la aldea totalmente cubierta de polvo negro. Las mujeres han reportado que este polvo negro se les pega al cuerpo y les sale por la nariz cuando estornudan. Sus fuentes de agua para consumo y riego también se han oscurecido, lo que ha causado daños a su salud y sus cosechas.

Manju Devi es una agricultora de 65 años cuya finca de 2 acres está ubicada justo al lado de la central eléctrica, separada únicamente por un muro fronterizo. Este muro es atravesado por tuberías que depositan en sus tierras, precisamente el agua que se usa para lavar el carbón, lo que hace que el campo se ponga negro y reseco. En los últimos cinco años, el rendimiento de sus cosechas se ha reducido en más del 80 por ciento y, en los últimos dos años, el maíz que solía sembrar se ha secado por completo. Como sus cosechas se han visto reducidas drásticamente, Manju Devi no tiene otra alternativa que comprar alimentos en el mercado abierto. De igual manera, su ganado ha perdido mucho peso y todo su pelo como resultado de alimentarse del pasto contaminado.

Manju Devi en sus tierras junto a su vaca enferma en la aldea de Nevatalai . Crédito de la foto: Centro de Recursos Dhaatri para los Derechos de las Mujeres y la Niñez.

Debido al incremento de las enfermedades y las muerte en el ganado, las campesinas han tenido muchas dificultades para mantener una fuente alternativa de sustento a través del pastoreo. Al no producir lácteos de buena calidad, tienen dificultades para proporcionar una nutrición adecuada a sus hijos y sus gastos se han disparado debido al costo adicional que representa la atención veterinaria para el ganado enfermo.

Todo esto ha llevado a que las mujeres se vean atrapadas en ciclos de endeudamiento. Los hombres, por su parte, también se ven obligados a migrar al perder sus trabajos, lo que obliga a muchas mujeres a velar por sus familias y sus tierras sin su apoyo.

Las mujeres de las aldeas aledañas a las minas también sufren dolorosas ampollas en los pies y erupciones en las manos por trabajar en el suelo contaminado.

Las ampollas en las manos de una campesina por trabajar en campos contaminados. Crédito de la foto: Centro de Recursos Dhaatri para los Derechos de las Mujeres y la Niñez.

Las mujeres se pronuncian contra Vedanta

En 2017, las adivasi de las aldeas afectadas por las minas Zawar comenzaron a movilizarse para exponer en público sus quejas y preocupaciones. Con el apoyo de una defensora local de derechos humanos, profundizaron su conocimiento sobre sus derechos, las garantías constitucionales y las leyes que protegen su autodeterminación y reconocen su derecho al consentimiento libre, previo e informado en casos de proyectos de infraestructura a gran escala como la minería. Armadas con el conocimiento de sus derechos ante la ley, las mujeres de las aldeas afectadas comenzaron a presentar denuncias directamente a las autoridades distritales y, tras la falta de respuesta del gobierno, optaron por dirigir sus quejas directamente a Vedanta.

Alrededor de 800 mujeres afectadas de varios Panchayats (consejos de aldea) se reunieron para una sentada de protesta frente a las oficinas de Vedanta el 5 de febrero de 2019 con el objetivo de exigir reparación por las violaciones cometidas por la empresa. Exigieron la rehabilitación de las fuentes de agua subterránea, la construcción de instalaciones de riego y la reparación de las casas demolidas por detonaciones. También exigieron empleo en las minas para la población local.

Las mujeres afectadas presentan sus demandas en un encuentro público en la sede de Vedanta. Crédito de la foto: Centro de Recursos Dhaatri para los Derechos de las Mujeres y la Niñez.

Después de esta reunión, Vedanta-HZL construyó una tubería y un tanque de agua en Kanpur. Sin embargo, las mujeres reportan que el suministro de agua del tanque es irregular y el de la tubería es funcional solamente una vez al mes. “¿Cómo puede una tubería o un camión cisterna mitigar la situación cuando toda el agua subterránea se ha secado? Han cavado tan profundo que han interrumpido los canales de agua subterránea”, dijo Sunita, una campesina adivasi de Kanpur.

Las mujeres de las regiones afectadas han rechazado estas medidas temporales que no dan una respuesta proporcional a la escala masiva de destrucción ecológica provocada por las minas. El movimiento de mujeres afectadas por las minas Zawar ha exigido que cualquier rehabilitación debe tener en cuenta los derechos de las comunidades locales a los recursos naturales de sus tierras en lugar de basarse en limosnas por parte de las empresas.

Crédito de la foto: Centro de Recursos Dhaatri para los Derechos de las Mujeres y la Niñez.

Intimidación contra las mujeres adivasi

La encuentro público en la sede de Vedanta fue un momento histórico para las mujeres de las aldeas próximas a las minas Zawar; sin embargo, fue seguido por una reacción violenta y con ánimos intimidatorios. “En una zona donde por mucho tiempo no hubo mayor resistencia por parte de la comunidad,  la movilización de mujeres adivasi ciertamente desafió el orden establecido en varios niveles. Los vínculos políticos también han dividido a la comunidad entre los que se beneficiaron de las minas y los que se empobrecieron debido a ellas”, dijo la defensora local de derechos humanos.

Estos intereses creados están representados por políticos locales, contratistas y otros intermediarios que percibieron esta reunión como un intento de desafiar las operaciones mineras. Poco después de la reunión, algunos grupos locales organizaron una campaña de difamación contra las mujeres y la defensora de derechos humanos, acusándolas de perpetrar actos de violencia y destrucción de bienes. Cuando Vedanta comenzó a despedir obreros debido a la mecanización de las minas, las mujeres que habían protestado contra la empresa también fueron culpadas por la pérdida de puestos de trabajo.

Campaña DMF Ka Hissa

Si bien la pandemia actual y las restricciones gubernamentales han dificultado que las mujeres se puedan reunir, ellas se han unido para apoyarse mutuamente en este momento de crisis. Las iniciativas de ayuda del gobierno y Vedanta han permanecido fuera del alcance de muchas mujeres solteras y viudas, y dado que la agricultura local ha sido completamente destruida por la minería, el acceso limitado a los alimentos ha aumentado su vulnerabilidad. Por lo tanto, las mujeres de las aldeas afectadas por las minas Zawar ahora pretenden valerse de los fondos de la District Mineral Foundation (DMF) para lograr un resarcimiento adecuado de los daños que han sufrido debido a la extracción subterránea de zinc.

La DMF es un fideicomiso sin fines de lucro cuyo mandato es implementar proyectos para el bienestar y desarrollo de las comunidades afectadas por la minería. Sin embargo, la fuerte representación de intereses políticos en la membresía de la DMF limita la capacidad de las comunidades afectadas por la minería, especialmente de las mujeres, de participar en la toma de decisiones y la implementación de proyectos.

Las adivasi de las aldeas próximas a las minas de Zawar sostienen consignas para la campaña “DMF ka Hissa”. Crédito de la foto: Centro de Recursos Dhaatri para los Derechos de las Mujeres y la Niñez.

Las mujeres en las zonas mineras ahora están exigiendo tener voz y voto en el proceso de asignación de fondos de la DMF a través de una campaña nacional llamada “DMF ka Hissa” (Parte de la DMF). En el marco de esta campaña, las mujeres afectadas han enviado representantes a las autoridades distritales para exigir apoyo para su subsistencia, la restauración de las fuentes de agua subterránea, el saneamiento de las masas de agua y la construcción de infraestructura de salud y adquisición de equipos médicos para el tratamiento de enfermedades relacionadas con la minería y el COVID-19.

A pesar de los desafíos que limitan su movilización, las mujeres adivasi continúan defendiendo sus derechos y su futuro de ser destruidos por actividades mineras negligentes. Ante la falta de espacios para su participación, ellas han creado sus propios espacios para exigir su derecho a la vida, a los medios de subsistencia y a un medio ambiente limpio. Al afirmar sus identidades como partes interesadas plenamente iguales—como campesinas, recolectoras, guardianas del conocimiento y sostén económico de sus familias—las mujeres han desafiado también a los patriarcados dentro de su comunidad, la empresa y el estado.

 

Este artículo se publicó originalmente en BehanVox en octubre de 2020 y fue escrito por Vaishnavi Varadarajan, investigadora asociada del Dhaatri Resource Centre for Women and Children’s Rights (Centro de Recursos Dhaatri para los Derechos de las Mujeres y la Niñez). El Centro de Recursos Dhaatri es una organización aliada de GAGGA y una ONG que trabaja en la intersección de la justicia de género y medioambiental a través su apoyo a campañas locales dirigidas por grupos adivasi y mujeres rurales para proteger sus recursos naturales, conocimientos y cultura. También puedes encontrar el estudio de caso de las minas Zawar aquí.

Ilustración por @Vidushiy.


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